Caminante no hay camino, se hace
camino al andar, y son multitud de jóvenes los que deciden compartir sus pasos
durante esta gran experiencia que, sin lugar a duda, se graba en su memoria.
Los dos últimos campos de trabajo de Tózar-Moclín han acogido a diferentes
voluntarios y voluntarias de diferentes lugares del territorio español, como
son País Vasco, Asturias, Sevilla, Cádiz o Huelva. No obstante, esta diversidad
cultural se incrementa con aquellos jóvenes procedentes de diferentes lugares
del mundo, como República Checa, Serbia, Grecia, Italia, Francia, Bélgica,
Turquía e incluso Taiwán.
El campo de trabajo de este lugar
implica el fomento de valores como el respeto hacia la diversidad y la
multiculturalidad, en un entorno donde los jóvenes comparten sus experiencias y
sus vivencias, forjándose relaciones que, en muchos casos, durarán para siempre
o, al menos, no podrán borrarse de su memoria. Este es el resultado final de
este campo, la amistad y el respeto hacia el otro. Por tanto, el camino que
decidieron emprender al acudir a Tózar-Moclín se convierte en un paseo donde no
caminan solos, sino que cuentan con todo el apoyo el resto de sus compañeros y
compañeras.
Las risas, los llantos, las bromas,
las discusiones, los problemas y las ilusiones que los voluntarios y
voluntarias comparten en su día a día durante dos semanas contribuyen a su
crecimiento personal y emocional, donde las diferentes culturas convergen en
una experiencia satisfactoria para cada uno de ellos.
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